sábado, 21 de diciembre de 2013

SOLSTICIO DE INVIERNO ABORIGEN CANARIO




SOLSTICIO DE INVIERNO ABORIGEN CANARIO
 
 
 
 Desde las más remotas épocas, los pueblos celebran el Solsticio de Invierno como la noche del nacimiento de la luz. Fecha en la que las tinieblas son derrotadas por la luz, que vencía sobre ellas. De este modo damos veneración a la Sol como aspecto visible de la Diosa Chaxiraxi.
Nosotros, seres humanos, hemos vivido cientos de miles de años en estrecho contacto con la naturaleza, siendo parte de ella misma. Solamente estos últimos siglos hemos construido ciudades y nos hemos alejado de ella. Pero todo nuestro ser sigue respondiendo a esos ciclos, llevamos ese programa en nuestros genes.
 
 
 
La Sol,  se ha alejado. Hay más frío y más escasez de todo. La Sol es la fuente de vida y de calor. Sin embargo, el ser humano observa fácilmente que la Sol retornará y la naturaleza volverá a mostrar su abundancia y esplendor.
Esto se va transformando en una celebración y una ceremonia. El fuego es la representación terrestre de la Sol, momentáneamente alejada. Los pueblos de todos los lugares del planeta comienzan a celebrar el Solsticio de Invierno.
Pero determinadas culturas especialmente las denominadas occidentales han ido paulatinamente distanciándose de los primitivos principios que dan verdadero sentido a la celebración del Solsticio de Invierno cayendo en un desmesurado e deshumanizado consumismo egoísta y insolidario, como expone con prístina claridad, el filósofo y poeta Santiago Kovadloff quien explica: "Espiritualidad y consumo entran en conflicto cuando se vuelven excluyentes o aspiran a sustituirse, pretendiendo que los atributos propios reemplacen o ahoguen los ajenos.  

Hay una espiritualidad que es expresión del consumo exacerbado y hay un consumo que pretende pasar por espiritual, al investir a los objetos de un sentido afectivo y moral que no tienen". El filósofo sumó, como expresiones de un consumo exacerbado, "el apego intolerante a ciertas creencias de moda en torno de la alimentación, la belleza exterior, la apología de la vida social o la sacralización de la vida deportiva".
La actual navidad, originalmente fiesta cósmica, tenía otro sentido al consumista de hoy, era un tiempo de celebración de la nueva vida, del nuevo nacimiento y la oportunidad para empezar todo de vuelta y mejor.
Más tarde, cuando fue establecido el catolicismo romano bajo las falsas pretensiones religiosas de Constantino, aproximadamente por el año 325 de la era occidental actual, toda la mezcla del panteón egipcio, babilónico y romano, fue introducida deliberadamente en el cristianismo.
La antigua Semiramis (Chaxiraxi, Tanit, Tara, Artemisa, Astarté, Ceres, Inanna, Isis, Venus, etc.) pasó a llamarse “virgen María” y a la encarnación del dios sol Tamuz (Baal, Moloc, etc.), se le llamó “Jesús”.

El festival del solsticio de invierno celebrado entre  21 y el 25 de diciembre de cada año, pasó a ser la fecha oficial del nacimiento de Jesús y la antigua costumbre de la entrega de regalos y presentes, fue acomodada en función de la experiencia que tuvieron los supuestos magos al visitar al niño Jesús, entregándole “regalos”. El antiguo árbol de la vida que la religión de Babilonia adornaba en celebración del nacimiento de Tamuz, pasó a llamarse “el árbol de Navidad”.
Tal como expone el historiador de las religiones, E. Roízton Pike, “los persas y los egipcios, los fenicios y los sirios, los griegos y los romanos, los mexicanos y los peruanos, los hindúes y otros pueblos; celebraban en aquel día el parto de la reina de los cielos, la Madre celestial y el nacimiento de su hijo, del Dios Solar. Dionisos o Baco, Mitra o Apolo, Zoroastro u Horus, etc…, todos ellos anteriores al Cristo cristiano, y  todos ellos llamados “El Salvador”, y nacidos de una virgen entre el 20 y el 25 de diciembre; esto es: la fecha del solsticio de invierno, también llamada “La puerta de los Dioses”. “El nacimiento de Adonis – continúa el estudioso – se celebraba ese día. Los autores cristianos afirman que las ceremonias “paganas” tenían lugar en cavernas, entre ellas la cueva de Belén en que nació Cristo.
Los antiguos egipcios fijaban la preñez de Isis, la virgen reina de los cielos, en el mes de marzo y el nacimiento de Horus a fines de diciembre. Los egipcios no sólo adoraban a una madre virgen, sino que representaban a los fieles la efigie de su recién nacido acostado en un pesebre. Osiris fue también hijo de una “virgen santa” y nació el 25 de diciembre. En ese mismo día, según algunas narraciones, nació Buda, que tampoco fue concebido sexualmente, aunque su madre fuera casada”.

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