jueves, 14 de noviembre de 2013

LOLA FLORES "No soy gitana, y bien que lo siento."

LOLA FLORES




"No soy gitana, y bien que lo siento." Son las primeras palabras de la jerezana Dolores Flores Ruiz, "Lola Flores", a Tico Medina cuando escribió sus memorias en 1990. Porque Lola, la "Lola de España", como siempre ha gustado que la llamasen, era una mezcla en el alambique de la vida de furia, pasión, temperamento, genio, ojos de miradas para el escalofrío y, aunque no lo fuese, de mucha gitanería por su sangre.

Encuadrarla en el terreno de las grandes cancionistas artistas de su época y de las anteriores, sería supervalorarla. No fue nunca un genio de la canción, ni del baile, pero sí del escenario. Fue, sencillamente, en la enorme grandiosidad de su arte: Lola. Irrepetible en sus espectáculos, en sus películas, en su voz desaforada, morena, bronca y dura. No fue Pastora Imperio en el baile, ni Conchita Piquer, Juanita o Marifé en la canción, no llegó a la Gabriela Ortega recitadora..., pero llegó a todas partes acompañada de los "duendes". Era un torbellino, tal como acertadamente la retrató José María Pemán en una coplilla que siempre se ha repetido: Torbellino de colores./ No hay en el mundo una flor/ que el viento mueva mejor/ que se mueve Lola Flores. Lo dice el propio Tico Medina cuando abre el libro con una cita que toma prestada de la película "El hombre que mató a Liberty Valance": "Cuando la historia se encuentra con la leyenda, siempre, siempre, gana la leyenda."
Ocurrió con Lola Flores, la leyenda pudo más que su verdadera historia, y su vida pública, al margen de los escenarios, fue más fuerte que la artista. Esto es una breve introducción para situarla, lo nuestro son las canciones suyas que pasaron por nuestras vidas. A quien quiera saber de ella de principio a fin, le recomiendo dos libros biográficos: el titulado "Lola Flores", de Francisco Umbral, editado por Dopesa en 1971, y "Lola en carne viva" (Memorias de Lola Flores), de Tico Medina, Ediciones Temas de Hoy, 1990.
Todas las artistas tienen una canción insignia, y la de Lola Flores, con la que empezó a darse a conocer haciéndose muy popular, fue "El Lerele" (1941), con letra de Currito y música del compositor maño Genaro Monreal. Hay que decir, para no faltar a la verdad, que Lola Flores vivió de muy pocas canciones: "La Zarzamora", "Ay, pena, penita", "A tu vera", "El Lerele" y pocas más:

Vengo del templo de Salomón./ Traigo las leyes del Faraón./ Me manda Undebé/ con palabras que conservo en la memoria/ sobre la historia de la raza calé./ No me dejes gitanito canastero/ porque te quiero como yo a nadie querré.// Lo mismo que el sol,/ lo mismo que el sol,/ ay, lerele, lerele, lerele,/ ay, lerele, lerele, lerele;/ ay, lerele, lerele, lerá.// Nunca te caiga la maldición/ porque a los tuyos hagas traición/ que arriba Undebé/ esta siempre vigilando los quereles/ de tos los pobres de la raza calé./ Lo mismito que se funden los metales/ en mi sentío se ha fundío un querer.// (Refrán).
Otra de las canciones más conocidas de la artista jerezana, quizás la que más, con letra de Quintero y León y música del maestro Quiroga, fue "La Zarzamora" que incluyó en su espectáculo "Zambra" (1948), compartiendo cartel con Manolo Caracol, cuyo estreno tuvo lugar en el Teatro Madrid. También se incluyó este tema, versionado después por otras artistas, en la película del mismo nombre:

En el Café de Levante/ entre palmas y alegrías,/ cantaba la Zarzamora./ Se lo pusieron de mote/ porque dicen que tenía/ los ojos como las moras./ Le habló primero un tratante y olé,/ y luego fue de un marqués/ que la llenó de brillantes y olé/ de la cabeza a los pies./ Decía la gente que si era de hielo,/ que si de los hombres se andaba burlando,/ hasta que una noche con rabia de celos/ a la Zarzamora pillaron llorando.// Qué tiene la Zarzamora que a todas horas/ llora que llora por los rincones./ Ella que siempre reía y presumía/ de que partía los corazones./ Del querer hizo la prueba y un cariño conoció,/ que la trae y que la lleva por la calle del dolor./ Los flamencos del colmao/ la vigilan a deshora,/ porque se han empestillao/ en saber del querer desgraciao/ que embrujó a la Zarzamora.// Cuando sonaban las voces,/ una copla de agonía/ lloraba la Zarzamora./ Mas nadie daba razones/ ni el intríngulis sabía/ de aquella pena traidora./ Pero una noche al Levante y olé/ fue a buscarla una mujer,/ cuando la tuvo delante y olé/ se dijeron no sé qué./ De aquello que hablaron ninguno sabía/ mas la Zarzamora lo dijo llorando,/ en una coplilla que pronto corrió/ y que ya la gente la va publicando.// Qué tiene la Zarzamora que a todas horas/ llora que llora por los rincones./ Ella que siempre reía y presumía/ de que partía los corazones./ Lleva anillo de casado, me vinieron a decir,/ pero ya le había besado y era tarde para mí./ Que publiquen mi pecao y el pesar que me devora/ y que tos me den de lao/ al saber del querer desgraciao/ que embrujó a la Zarzamora.
Junto a "La Zarzamora" una de las coplas más recordadas de Lola Flores, escrita expresamente para Luisa Ortega, la hija de Manolo Caracol, que la cantó por primera vez en 1951, fue "¡Ay, pena, penita, pena!", que la jerezana la hace grande al grabarla el año 1952 y que incluye en la película del mismo nombre en 1953. Como todas las grandes coplas, fue muy bien versionada por artistas de la talla de Imperio de Triana, Isabel Pantoja, su propia hija Lolita, e incluso por el grupo de exquisitos boleros "Los Panchos". La letra es de Antonio Quintero y Rafael de León y la música del maestro Quiroga:

Si en el firmamento poder yo tuviera/ esta noche negra lo mismo que un pozo,/ con un cuchillito de luna lunera,/ cortara los hierros de tu calabozo./ Si yo fuera reina de la luz del día,/ del viento y del mar,/ cordeles de esclava yo me ceñiría/ por tu libertad.// ¡Ay, pena, penita, pena,/ pena de mi corazón,/ que me corre por las venas, pena,/ con la fuerza de un ciclón./ Es lo mismo que un nublado/ de tiniebla y pedernal./ Es un potro desbocao/ que no sabe adónde va./ Es un desierto de arena, pena,/ es mi gloria de un penar,/ ay, pena, ay, pena,/ ay, pena, penita, pena.// Yo no quiero flores, dinero ni palmas,/ quiero que me dejen llorar tus pesares/ y estar a tu vera, cariño del alma,/ bebiéndome el llanto de tus soleares./ Me duelen los ojos de mirar sin verte,/ reniego de mí,/ que tienen la culpa de tu mala suerte,/ mi rosa de abril.// (Refrán).
Lo mismo ocurrió con la canción de Quintero, León y Quiroga "Limosna de amores", escrita para Luisa Ortega y que estrenó en el Teatro Calderón de Madrid, en el espectáculo donde también actuaba su padre "Copla Nueva" (1951), pero el gran éxito de esta canción llegó cuando la grabó Lola Flores, incluyéndola en la película del mismo nombre en 1955. Es una de las canciones que Lola siempre ha llevado en su repertorio:

Yo debí, serrano, cortarme las venas,/ cuando ante los ayes de una copla mía/ pusiste en vilo mi carne morena/ con unas palabras que no conocía./ Sólo de pensarlo me da escalofrío./ ¡Qué ciega que fui!/ Cuando con tus ojos, mirando los míos,/ dijiste así:// Dame limosna de amores, Dolores,/ dámela por caridad,/ pon en mi cruz unas flores, Dolores,/ y Dios te lo pagará./ No me niegues mi serrana el agüita pa beber./ Ten piedad samaritana de lo amargo de mi ser./ ¿No te da pena que llore, Dolores?/ ¿No te da pena de mí?/ Dame limosna de amores,/ dámela tú mi Dolores/ porque me voy a morir.// Yo no necesito tus pobres caudales,/ ni quiero que cumplas aquel juramento;/ me basta y me sobra que llore canales/ comido de pena y remordimiento./ Pero lo que nunca jamás de la vida/ podrás tú saber/ es que hasta el momento que esté en la agonía/ te habré de querer.//

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