lunes, 24 de marzo de 2014

EL GUIRRE

EL GUIRRE




Guirre, nombre de origen guanche con el que se denomina en Canarias al Alimoche común (Neophron percnopterus). Es la única especie de buitre que vive en estas islas. Fuerteventura alberga la población más meridional en la Unión Europea y la única perteneciente a la subespecie canaria (N. p. majorensis).

Única rapaz carroñera de Canarias, beneficiosa para el hombre, ya que, limpia el campo de animales muertos, evitando así la propagación de enfermedades, la contaminación de las aguas.
En Fuerteventura tiene además una gran importancia cultural. Muchas leyendas sobre este pequeño buitre, transmitidas por la tradición oral desde hace siglos, evidencian la consideración de ave sagrada que, sin duda, tuvo entre "los majos" antes de la llegada de los primeros europeos. Una de ellas, relacionada con el mito del Ave Fénix, asegura que cuando sienten la muerte, vuelan hacia el cielo y se desvanecen en el aire
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Especie considerada “EN PELIGRO DE EXTINCIÓN” en el Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias. Fuerteventura es el último refugio canario de los guirres. Hace unos 15 años se extinguieron las poblaciones de Gran Canaria y Tenerife. Actualmente solo quedan menos de 150 individuos en Fuerteventura y una pareja en Lanzarote.
 
 


 





Parece un contrasentido que esta rapaz de la familia de los buitres, dedicada a limpiar la carroña de nuestros campos, presente una indumentaria tan inmaculada. Nadie adivinaría su trabajo al observarla majestuosa volando con su plumaje blanco entre las geotermas de nuestros cielos. El caso es que esta rapaz de cuerpo enjuto, de garras fornidas y poderosas con uñas adaptadas a la tarea del desgarro, de cuello aguileño y cabeza galluda ocupada por grandes ojos redondos, y de pico color amarillo-anaranjado intenso, se dedica a eso: a los despojos. Su efigie se me antoja como una especie de cruce entre el águila imperial y el gallo de pelea. Una imagen única e inolvidable de forense embatado dispuesto a descuartizar minuciosamente todas las carroñas.

La cultura popular refleja de forma imaginativa y curiosa un amplio abanico de acepciones para él. Los hay que le dan mala fama: “flaco como un guirre”, “enguirrao”, por eso de estar entre cadáveres, mezclándolo por asociación con la condición enfermiza y famélica de las gentes. Y los hay que lo tienen por animal limpio, más bien buen compañero, asociando su condición a la de barrendero del campo. Este guirre, que inspiró e inspira la imaginería popular, ya sólo sobrevuela los cielos de las islas de Fuerteventura y Lanzarote, habiendo desaparecido del resto del archipiélago, donde sólo queda un vago y confuso recuerdo de él. Por su retina aguileña han ido desfilando las imágenes de un tiempo histórico que ya tiene poco que ver con nosotros. Desde la altura, ha podido divisar cómo se abandonaba el interior de las islas para ir colonizando la costa y hasta ha podido constatar cómo aquellos hombres de cachucho y “naife” en ristre, dedicados a los cultivos de plátano o al ganado, daban paso inexorablemente a otros que cultivaban apartamentos y restaurantes y chapurreaban una jerga incomprensible de lenguas venidas de afuera.
Su condición de náufrago de nuestra historia le confiere ese aspecto de animal juicioso que se atribuye a las aves nocturnas o esa memoria ilimitada de los paquidermos. En su caso, sin embargo, su longevidad no ha sido garantía de supervivencia. Su suerte se empezó a torcer al mismo tiempo que crecían los cultivos bajo plásticos y se abusaba indiscriminadamente de los pesticidas y fertilizantes. Pero lo que acabó de apuntillarlo fue que su refugio majorero, donde el guirre encontró condiciones mínimas de supervivencia al socaire de unas prácticas ganaderas tradicionales, se poblara de interminables líneas de cables eléctricos y torretas que, a modo de inmensas telarañas desplegadas al viento, se cobraban un día sí y otro también un inacabable rosario de víctimas. Un desafío para el que esta rapaz no posee ningún bagaje biológico y que a la postre está significando su desaparición.
A decir de los miembros de la Estación Biológica de Doñana, sus redescubridores científicos, hace escasamente siete años esta rapaz vivía en el anonimato biológico. El alimoche canario o guirre majorero, como acabaron apellidándolo, es una subespecie isleña de morfología y genética singulares. Sus costumbres son marcadamente insulares, lo que hace que tenga una población limitada de apenas 150 ejemplares y su supervivencia dependa de la sensibilidad y cariño que pongamos todos en eliminar de su “vuelo” los obstáculos. También sostienen que el guirre majorero es uno de los mejores indicadores biológicos de nuestro medio natural por su condición de carroñero, lo que lo convierte en eslabón final de la cadena de la vida. Por ello, desgraciadamente, su declive no es más que un síntoma de aviso de que las cosas andan muy mal en nuestra fauna.
 



Guirre es un ave de gran tamaño, con casi 1,65 metros de envergadura, una altura de 70 centímetros y dos kilos de peso.
Ave básicamente migratoria, Fuerteventura es uno de los pocos lugares del mundo donde su población es sedentaria. En esta época gustan de dormir juntos en zonas tranquilas, normalmente en torretas de la luz. Pero a partir de enero comienzan a ocupar sus territorios de cría, haciéndose un pájaro solitario.
Suele poner dos huevos en abril, incubados por la pareja durante 42 días. Normalmente sólo sobrevive uno de los pollos, el primero en nacer, que vuela 75 días después, hacia mediados de julio. Tras un corto período de aprendizaje, los jóvenes se independizan por completo de sus padres.
 
Guirre Adulto: Coloración general blanquecino sucio, en contraste con sus primeras plumas alares negruzcas, así como su peculiar cara desnuda, de un vivo color amarillo.
Pico largo y curvado de punta negra, muy útil para arrancar pequeños trozos de carne de los animales muertos de los que se alimenta.
Guirre en Vuelo: Ave inconfundible, blanca y negra, de largas alas apuntadas, cola blanca en forma de cuña saliente y cabeza pequeña en la que destaca el pico. Es un hábil planeador que puede pasarse horas en el aire sin apenas mover las alas, a modo de una gran cometa.
 
Guirre Joven: Muy diferente del adulto. Tonos marrones y oscuros con las puntas de las plumas marrón claro. La cabeza y el cuello presentan la piel gris azulada. Alcanza la madurez sexual a los 5 años
 





 

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