La diadema de estilo neoclásico y línea helenica, confeccionada en Berlín por el joyero Koch, en platino y diamantes, consiste en dos bandas: la superior con hojas de laurel y la inferior con la greca griega de la larga vida, y ambas separadas por una hilera de barras cuajadas de brillantes, en el centro cuelga un diamante en forma de lágrima que oscila con el movimiento.
Fue un regalo del Káiser Guillermo II y de la Emperatriz Victoria Augusta a su unica hija, la Princesa Victoria Luisa de Prusia, con motivo de su boda con el Príncipe Ernesto de Hannover en mayo de 1913.
La Princesa Victoria Luisa, entregaría la diadema también a su única hija, la Princesa Federica de Hannover, que en 1938, casaría con el futuro Rey Pablo I de Grecia.
La Reina Federica, a su vez, 18 años después, regalaría la tiara a su hija mayor, la Princesa Sofía al cumplir su mayoría de edad.
Y sería esta tiara, la que Doña Sofía escogería para lucirla el día de su boda, el 14 de mayo de 1962, sujetando el mismo velo nupcial que llevó su madre para igual ocasión.
La Princesa griega saludando desde el interior de la carroza que la conducía al templo por las calles de Atenas |
Después de su boda, como Princesa y en los primeros años como Reina, Doña Sofía se adornaría en múltiples ocasiones con la tiara de su abuela Victoria Luisa, para luego ir cediendole el uso a sus dos hijas, las Infantas Elena y Cristina.
La Infanta Elena, desde su mayoría de edad hasta su boda, usó en muchas ocasiones la tiara, alternandola con su hermana, la Infanta Cristina, que ha sido una de las tiaras que más ha utilizado.
Y es el 22 de Mayo de 2004, cuando Doña Letizia Ortiz, el día de su boda con el Príncipe de Asturias, lleva la tiara prusiana sujetando el velo nupcial, al igual que hiciera la Reina Sofía.
Practicamente, desde entonces, es la Princesa Letizia el miembro de la Familia Real de España que usa como más frecuencia la histórica tiara.
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