RAICES JUDIAS - CACERES

LAS RAICES JUDIAS DE LOS CACERES


 ESCUDO APELLIDO CACERES



 




 Origen del apellido

El apellido Cáceres es de origen locativo, esto es, procede de la provincia extremeña de Cáceres. Esta localidad fue fundada por Quinto Cecilio Metelo en el año 74 a.c. El primer nombre de la ciudad fue Castra Caesaria, también llamada Casta Ceris por el templo dedicado a Ceres, diosa romana de la agricultura. Según otras fuentes Cáceres deriva del nombre que los moros dieron a la ciudad al tomarla, Hizn Qäzix, literalmente ciudad amurallada. Mas tarde pasó a llamarse Cáceres además de la cuidad a toda una provincia.

El uso de apellidos se remonta a un momento de la historia en que los pueblos crecieron, la gente comenzaba a confundirse entre ellos y se tomaron en un principio sobrenombres con Panadero, por la profesión o Cáceres por ser originario del lugar y otras muchas razones, quedando ya como apellido. Cáceres como apellido se remonta al siglo XII. Tras la reconquista de la ciudad por Fernando II el León en 1169. Cede la ciudad a la recién creada Congregación de Frates de Cáceres y de la Espada, que más tarde se llamaría Orden de Santiago, conocida entre los civiles como “Cáceres y Espadas”. Tras perder la ciudad y volver a conquistarla en varias ocasiones se producen tensiones entre el Rey Alfonso VIII y la Orden de Santiago por la posesión de la villa. Como consecuencia algunos caballeros abandonan la Orden y se dedican a la reconquista y repoblación de otras zonas ocupadas por los moros como Murcia y Andalucía, esta vez con los apellidos de Cáceres y de Espadas. También muchos civiles fueron a repoblar zonas reconquistadas y se pusieron como apellido de Cáceres por ser esta su ciudad o región de origen.

Más tarde los judíos conversos tomaron el apellido Cáceres con el fin de acceder a cargos públicos o poder pasa a América ya que se pedía “limpieza de sangre”. Algunos extranjeros, sobre todo alemanes cambiaron su apellido por el de Cáceres al pasar al “Nuevo Mundo” ya que los suyos eran casi impronunciables para la gente de la época.

Así el apellido Cáceres se extendió por Levante y Sur de España, Islas Canarias, Sudamérica y Norte de África, siendo curioso que hoy en día es un apellido muy común en la ciudad de Tetuán, Marruecos.

En España somos aproximadamente unas 15.154 las personas con este apellido, siendo el 302º apellido más común. Las provincias con más Cáceres son Ávila, Madrid, Barcelona y, como no, Cáceres.
 



 









BARRIO JUDÍO EN HERVÁS (CÁCERES)

Para entender la presencia judía en la ciudad de Hervás hay que atender a la masiva inmigración llegada, como consecuencia del progrom (linchamiento multitudinario) que se produjo en España en el año 1391, principalmente en Sevilla y Córdoba. Como resultado del continuo instigamiento que hacia desde los púlpitos el clérigo andaluz Ferrán Martínez, arcediano de Ecija. Tuvo que intervenir el rey Enrique III para tratar de apaciguar los ánimos pero el 6 de junio de 1431 estallaron los primeros disturbios en la ciudad de Sevilla, enseguida el espíritu violento se traslado a Córdoba, Úbeda, Huete, Escalona y continuo hacia la meseta castellana; como consecuencia numerosos judíos aceptaron la conversión como única medida para salvar sus vidas y propiedades, otros muchos emigraron hacia el norte, principalmente hacia Portugal y otros se quedaron en el Valle de Ambroz, la frontera hispano portuguesa se fue poblando de los huidos sefardíes que se situaron en la vía de la Plata y en las poblaciones de ambos lados de la frontera.



 
La ciudad de Hervás disfruto de un periodo de relativa tranquilidad hasta la expulsión definitiva de 1492 en que se vieron obligados a huir hacia Portugal, pues la Inquisición les presionaba y el rey de Portugal no le importaba recibirlos pues incorporaba mano de obra cualificada pues eran buenos profesionales, comerciantes y agricultores.
La estancia de los judíos de Hervás en Portugal duro poco pues el Rey de Portugal se vio obligado de aceptar la norma que le exigían los Reyes Católicos para la “Purificación de judíos” como condición para el enlace de la hija Isabel de Castilla con el infante Alfonso de Portugal.

 
El rey de Portugal obligo a los judíos como condición para quedarse la necesidad de bautizarse y abrazar la religión cristiana y en dos décadas estarían totalmente rehabilitados. Muchos lo hicieron, aunque realmente seguían practicando en la intimidad sus propios ritos, con el paso del tiempo alguno de ellos creyéndose libres retornaron a Hervás en 1494. Las autoridades desconfiaron de la pureza de estos nuevos cristianos, los bienes y propiedades les fueron incautados, entre ellas la antigua sinagoga de la calle Ribileros. El conflicto finalizo con la intervención del Obispo de Plasencia que les obligo a fundar la hermandad de la Ley Canóniga Católica en la sede de la antigua comunidad judía se convertiría en la sede de la Hermandad de Nuestra Señora de las Aguas Vivas, pasando a ser la sede oficial de los conversos.
La comunidad judía de Hervás eran muy diferentes a otras comunidades como Plasencia o Coria, aquí masivamente eran agricultores que sabían desenvolverse en el entorno rural, aunque también había comerciantes, artesanos y prestamistas.
Además se puede ver más imágenes del Barrio Judío en:
 
 
 
 
 
 
La Casa de Miedo es conocida por las columnas de su pórtico con motivos templarios, seguramente extraídos de los restos antiguo convento templario (ya desaparecido) dedicado a la advocación de los santos Gervasio y Protasio.
 
 
 
 
Puente de La Fuente Chiquita en Hervás (Cáceres)
  







































La plaza es el centro de la antigua judería, destaca por la excepcionalidad de la arquitectura popular rústica con elementos característicos serranos en los que abundan materiales de la zona: madera de castaño, adobe y piedras de granito. Las calles son muy estrechas y empedradas, y las casas con grandes voladizos y balconadas, tienen una característica que no se dan en otras zonas es el relleno entre los montantes que se hacen de ladrillo, y también los canales de tejas en vertical, empleándolos como elementos de protección de muros y medianerías. Los nombres de las calles se han conservado desde el siglo XV como: Sinagoga, Rabilero, Collado, Cofradía.
 
 
 
Considerado el monumento más antiguo de la localidad, está situado en la parte más baja de Hervás. En el siglo XV era el lugar donde se situaban los telares de los artesanos judíos.
 
 
 

Galería del Claustro en el Convento de los Trinitarios (Hervás)

 

 

 

 
 
 
 

 
 
 
 
 
 

En la plaza del Hospital se encuentra el antiguo Convento de los Trinitarios y su claustro, fue expropiado con la supresión general de las leyes desamortizadoras de Mendizábal de 1836, en la actualidad esta ocupado por la Hospedería de Extremadura.

El convento es de estilo benedictino pero con singularidades como el monumental templo de impresionante fachada de ladrillo y de estilo barroco herreriano . El resto del predio, claustro y dependencias anejas, son la hospedería de cuatro estrellas.

 


Plaza del Hospital, Convento de los Trinitarios (Hervás)
 
 
 




















 
 

 
Cáceres forma parte de ese grupo de ciudades consideradas Patrimonio de la Humanidad.



Antigua Sinagoga, actual Ermita de San Antonio


 Su centro histórico es un soberbio conglomerado urbano de casas nobiliarias, palacios y templos de contrastado valor arquitectónico, abrigado por las murallas que rodean a todo el admirable casco medieval. Y ahí, es donde descubrimos la Judería Vieja, situada sobre la extensión más antigua de la ciudad amurallada.
En este lugar, conocido hoy como el Barrio de San Antonio, se albergó un considerable núcleo de población hebrea que acudía a Cáceres huyendo de los progroms de 1391  , o buscando refugiarse del edicto de expulsión. Este fue el caso de muchos judíos cordobeses, sevillanos y gaditanos. En Cáceres podría suponer la décima parte de la población.

Sería durante el siglo XV – y principalmente durante su segunda mitad- cuando se produjo la etapa de mayor auge de la judería que se descubre junto a la muralla, entre la catedral y el conjunto de casas nobiliarias.


TRAJE JUDÍO OBLIGATORIO


 Quizás lo que más llame la atención, además de la exultante presencia de cal blanqueando el irregular urbanismo de este barrio de popular acento, sea el contraste que se produce entre la sencillez y el carácter recogido e intimista que rezuman sus calles, con la esplendidez galanura que las rodean: lujosos palacios adornados con los escudos que exaltaban el rancio abolengo cacereño.

Entre las fachadas traseras de la Casa de las Veletas, actual sede del Museo Arqueológico y Etnográfico Provincial, y el Centro de Exposiciones San Jorge, se distribuyen las calles que componen la Judería Vieja de Cáceres, y que se nombran así: Barrio de San Antonio, Rincón de la Monja, Adarve de Cristo, principio de calle Pereros, de la cuesta del Marqués y calleja del Moral.
 


 Se entiende al comprobar lo escarpado y humilde de la zona –con viviendas ciñéndose a la muralla y sirviéndose de ella como muro, rústicos jardines y quebradas huertas-, que se la conozca como Barrio de San Antonio de la Quebrada.

La misma calle que nombra al barrio, compuesta por tres placitas ligadas por tramos breves, muestra la singular irregularidad urbanística de la Judería Vieja, cuyo punto neurálgico es la actual ermita de San Antonio. Allí se ubicó la antigua sinagoga que en 1470, desposeídos los judíos del terreno, y pasado a dominios de Alfonso Golfín, éste mandó destruirla para levantar la ermita de San Antonio de Papua: con un pórtico de tres arcos que sobresalen de la puerta del templo.

Se desconoce la ubicación que tuvieran en Cáceres enclaves tan significativos como el cementerio o los baños judíos. Pero es bien sabido que después de 1478, año en el que se obliga a los judíos a agruparse en un solo barrio, empieza a tomar cuerpo urbano la Judería Nueva alrededor de la Plaza mayor cacereña, en el actual centro de la ciudad extremeña. La plaza es de planta rectangular y está casi rodeada por soportales cobijando gran número de comercios.

No se puede observar con claridad la antigua composición del barrio aunque se sabe que éste expandía entre las calles De la Cruz y Panera. Es de suponer que la sinagoga se situara en el actual Palacio del Marqués de la Isla.

Documentado está que en esta Judería vivieron judíos de prestigio como el sastre Moshé Cohen –hijo de Salomón Cohen- y Samuel Arrof. Y parece ser que a la familia cacereña de los Cohen perteneció la llamada Casa de los Trucos o Palacio de los Galarza, en la calle General Ezponda y que allí vivió el conocido rabino Sergas Cohen.

En la Plaza Mayor se observan algunas casas situadas junto al Arco de la Estrella donde vivieron judíos como Haim Alvelia y Samuel Ben Sentó (Semtob).

A judíos cacereños que hubieron de abandonar esos lugares correspondían apellidos como Kuriat, Coriat, Casseres, Alburkerk y tantos otros que dieron vida a esos mismo enclaves que hoy rescata la memoria histórica.
 
 

Términos relacionados con la "descendencia judía"

Cohen Modal Haplotype
Hay un determinado perfil de ADN llamado 'Haplotipo Modal Cohen”, porque se registra mayoritariamente en el subgrupo judío de los Cohanim. Este haplotipo indica claramente un origen judío dentro de la linea paterna.
Aschkenazim
Aschkenazim (en castellano aschkenazi) es la autodenominación de los judíos del Oeste y del Este a quienes une una tradición y una cultura religiosa común.
Sefardíes
Se conoce con el nombre de Sefardíes a los descendientes judíos que, después de su expulsión de la Península Ibérica (alrededor de 1500 dC), poblaron gran parte del Imperio Otomano y en el Noroeste de África (Magreb).
Levi
Los Levi, nombrados a partir de su patriarca, son una de las doce tribus de Israel, que descienden de los hijos de Jacob.
Cohen
Cohen es el nombre bíblico de la casta sacerdotal en el judaísmo.
Haplogrupos
Los haplogrupos representan las diferentes ramas del Homo sapiens, y muestran el origen y las migraciones de nuestros antepasados durante la prehistoria.


Expulsión de los judíos

Uno de los hechos más trascendentes en la historia socio-económica de este país fue la expulsión de los judíos de todos los reinos peninsulares y de todos aquellos territorios gobernados por los Reyes Católicos. Estos, a través de una pragmática dictada en Granada el 31 de Marzo de 1492, ordenaban que todos los judíos o se convirtieran al catolicismo o fueran expulsados, dándoles como fecha tope el 31 de julio de dicho año. Esta medida fue acogida por los países europeos como un signo de modernidad.
En dicho decreto se señalaba que la desobediencia supondría para los judíos la pena de muerte y la confiscación de los bienes. Esta expulsión no fue única en Europa, ya desde el siglo XIII diversos países expulsaron a los judíos: Inglaterra, Francia, Alemania, etc... dictaron esta triste medida con anterioridad.
Pero ¿qué había detrás de las expulsiones de los judíos?, aunque se justificaron por la unidad de la fe, por la presión popular y por un ambiente antijudío en la época promovido por la Inquisición, lo cierto es que se venían dando luchas fratricidas entre la nobleza y el clero y la burguesía judía cada vez con más poder y riqueza; ello motivó que los Reyes Católicos con esta medida se embolsaran muchos recursos necesarios para las arcas reales, maltrechas por la reconquista y la incipiente aventura americana. La expulsión de los judíos se convirtió en un magnífico negocio financiero para la corona de los Reyes Católicos.




En Cáceres existía una importante colonia judía, que la mayoría de los historiadores locales cifran en unas 140-150 familias, una décima parte de la población a finales del siglo XV cifrada en unos ocho mil habitantes. Estos judíos cacereños vivían en su mayoría en el barrio existente junto a la actual ermita de San Antonio, que se construyó en el solar que ocupaba la sinagoga cacereña y, posteriormente, en los alrededores de la Plaza Mayor. Pocos datos fidedignos tenemos de la posible conversión de los judíos cacereños al cristianismo para poder así quedarse, pero por documentos posteriores sí que sabemos que algunas familias lo hicieron.
 
 
 
 
 
 
 

Los judíos sefardíes, vistos a través de su bibliasBiblia de Alba, libro del que se perdió la pista en el siglo XV y que acabó en manos de la Inquisición. :: BIBLIOTECA NACIONAL
 
La vida cultural y religiosa de los judíos de la Península Ibérica se puede observar en la Biblioteca Nacional gracias a la exposición 'Biblias de Sefarad: las vidas cruzadas del texto y sus lectores'. Unos 40 manuscritos, entre los que hay textos sagrados pero también pergaminos de contenido científico y filosófico, componen la muestra, en la que también pueden verse algunos objetos como restos de lápidas y capiteles, así como lámparas para sinagogas. 


La historia de los códices expuestos es más que interesante. Leídos por judíos y conversos de Sefarad, un sinfín de manuscritos se ocultaron a la vista de las autoridades tras la expulsión de los judíos de Castilla y Aragón (1492), Portugal (1497) y Navarra (1498). Muchos libros se fueron con los protagonistas de la diáspora, formando el bagaje de los que tomaron el camino del exilio. Por distintas vías, muchos de los textos fueron a parar a colecciones reales y eclesiásticas. En España se conservan íntegras una veintena de biblias, una cifra escasa teniendo en cuenta la importancia de su comunidad judía, según dijo el comisario de la exposición, Javier del Barco. La Biblioteca Nacional posee uno de los mejores fondos en cuanto a manuscritos hebreos se refiere y aporta a esta muestra obras muy valiosas de ciencia y geometría.
Buena parte de estos libros sagrados ha sufrido un importante deterioro. No en balde, abundantes hojas de pergamino acabaron hechas tiras, las cuales sirvieron de actas notariales y de la Inquisición. La muestra, que fue inaugurada por el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, cuenta con algunas joyas, como la Biblia de Alba, prestada por la Casa de Alba y que habitualmente se encuentra en el Palacio de Liria. Se trata de un libro extraordinario, del que se perdió la pista una vez que fue producido, en el siglo XV, y que luego reapareció en manos de la Inquisición. El códice se entregó al conde duque de Olivares, antepasado de la actual duquesa de Alba. Su valor estriba en que es una de las pocas traducciones completas al castellano que se conservan de la Edad Media. Fue traducida por un judío, que contó con la ayuda de dos monjes cristianos. Los expertos han constatado que hubo una pugna entre los tres a la hora fijar el texto en castellano.
El rollo de Ester o la 'Fortalitium fidei' es otra pieza excepcional, «una importantísima obra judeocristiana de la baja Edad Media». En aquella época, la Biblia hebrea adoptó en la cultura judía dos formatos distintos: el rollo y el códice. El primero era de papiro y en ocasiones de piel; el segundo, con forma de libro, se introdujo relativamente tarde en la cultura literaria judía, en los siglos VII y VIII.
 
 
 
 
 

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